martes, 5 de febrero de 2013

"DESDE ELCIELO"


[PROLOGO]

El rechinido de llantas derrapándose sobre el asfalto húmedo, el horrible estruendo de un auto colisionando contra otro, el silencio de la noche siendo perturbado por el chillido de sirenas lejanas…
“¡A todas las unidades!, ¡necesito atención médica de emergencia!, ¡repito, atención médica  de emergencia!, se ha suscitado un accidente sobre la calle norte, cerca de la universidad, ¡es urgente!, ¡dense prisa!, tengo dos heridos y esto, no luce nada bien”…
El teléfono sonando incansable a las dos de la mañana, provoco que Amanda Stevens despertara de su agradable sueño, maldiciendo entre dientes, se levanto de la cama con fastidio, “¿¡Quién!? en su sano juicio llama a esas horas, si no para molestar”…
Tres treinta de la madrugada, “sala de emergencias”, Amanda estaba más que desesperada, no sabía más que lo que esa “¡maldita!” llamada trajo consigo, su hija Lucy, se encontraba debatiéndose entre la vida y la muerte en el quirófano, ¡y nadie!, absolutamente nadie se compadecía en darle información de su estado, todo lo que obtenía por respuesta era un “le avisaremos cuando sepamos algo”, odiaba esa frase, y más aun la cara que todos ponían una vez terminaban de decirla, “comprensión” , para qué demonios quería su maldita comprensión, necesitaba saber sobre su hija.
“Las próximas veinticuatro horas son vitales”
Veinticuatro horas, un día, mil cuatrocientos cuarenta minutos, ochenta y seis mil cuarenta segundos, de eso dependía el volver o no a tener a su hija de nuevo con ella, Amanda está destrozada, ver a su hija en ese estado, dependiendo totalmente de maquinas para vivir, tubos, cables, agujas y ¡dios!
Sabe cuántas cosas más estaban conectadas a su cuerpo, ¡si!,  ese que en estos momentos estaba invadido por golpes, raspones, y moretones, las lagrimas no paraban de brotar de su ojos, ¿¡Cómo!?, se suponía que una madre pudiese soportar tal espectáculo tan macabro de la vida, tomo la mano maltratada de Lucy entre las suyas, cuidando de no apretarla, la llevo hasta sus labios y deposito suaves besos sobre ella, como cuando Lucy era pequeña y  calmar su dolo por algún golpe, la miro tan detenidamente, imaginándola sonriéndole, diciéndole “te amo mamá”, y lo supo, supo que su hija no despertaría, que nunca más estaría a su lado, ni con las personas que amaba, que jamás asistiría  a su boda, o al cumpleaños de alguno de sus nietos, lo supo, su hija, su pequeña Lucy, ya no estaría más.
“tuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu”
¿Cómo se oía la muerte?, si a Amanda le preguntaran eso, diría que lo más parecido, para ella fue al largo pitido incansable de una maquina de hospital, que anuncio la partida de lo que más amaba en el mundo, ¿ahora qué?, ¿que seguía ahora?, ¡afrontarlo!, ¿Cómo?, quien nos prepara para eso, para la muerte de una hija, de una amiga, de una hermana, de una novia, pues no solo Amanda había perdido a alguien importante, donde quedaban, Danna su mejor amiga, o Tom su hermano, y qué decir de Yulian, su novia, su amor, su vida, su todo, como la definía Lucy, ¿cómo se los diría?, lo más importante ¿cómo lo tomarían?, “¡¡Ho Lucy!!, que estabas pensando para irte así como así pequeña, ¿¡ahora qué aremos sin ti, todos nosotros!?” tras ese pensamiento, Amanda volvió a caer presa de las lagrimas.